El Universal, Cartera, 24 de noviembre de 2014
Por Gabriel Sosa Plata
Se ha dicho que la “caballada” por las cadenas de televisión “está flaca”. Y coincido. Se esperaban más aspirantes ante la enorme expectativa que ha generado dicha licitación, histórica e inédita, postergada durante años por el bloqueo de las televisoras y por la falta de voluntad política para abrir el mercado televisivo.
Como se sabe, de las ocho empresas que manifestaron su interés, sólo tres siguieron adelante: Cadena 3, de Olegario Vázquez Raña; Grupo Radio Centro, de Francisco Aguirre, y Centro de Información Nacional de Estudios Tepeyac, de Mario Vázquez Raña. Estos empresarios, ampliamente reconocidos en México, son los que buscarán romper del duopolio televisivo, en un contexto particularmente difícil para la televisión abierta por la contracción del porcentaje de inversión publicitaria en este medio de comunicación, la expansión de la televisión de paga, el crecimiento de la penetración en internet y de los servicios de video en línea, como Netflix.
Pero no todo está perdido. Signum Research reporta que del 59.9% de recursos publicitarios que absorbía la televisión abierta en 2007 pasó al 52% en el 2013 y podría llegar al 49% en el 2015, año en el que muy probablemente saldrán al aire los primeros canales de las cadenas. Sin embargo, como afirma la misma consultoría, gracias a esta apertura de la televisión “se podría mostrar un repunte, aunque en el mediano plazo”, que “dependerá del desarrollo y la cobertura que presentan estas nuevas cadenas”.
A estos recursos, debe sumarse, por supuesto, el dispendioso gasto en publicidad gubernamental, que será uno de los principales salvavidas de las dos cadenas, junto con la liquidez generada por otras de las empresas que pertenecen a los mismos grupos económicos que aspiran controlar las cadenas y que les permiten mantener un proyecto mediático -con ciertas posibilidades para influir y colocar temas en la agenda informativa-, aunque sea poco rentable. En este último caso, el ejemplo más claro es Olegario Vázquez Raña, quien a través de Grupo Empresarial Ángeles y sus más de 30 hoteles, 28 hospitales y un grupo financiero (Multiva), ha podido respaldar, desde 2003, su incursión en los medios de comunicación.
AGUIRRE, VIEJO ANHELO
De los tres aspirantes, Francisco Aguirre Gómez es un caso emblemático. Sin duda representa el anhelo de decenas de radiodifusores, que se hicieron empresarios en la radio y que desearon expandirse en la televisión abierta, como Emilio Azcárraga, pero no lo lograron. A diferencia de los hermanos Vázquez Raña, que llegaron a la radio comprando estaciones, la familia Aguirre construyó, desde 1946, uno de los grupos radiofónicos más fuertes ganando decenas de concesiones en los concursos a los que convocaba el gobierno federal y paralelamente adquiriendo estaciones, como sucedió con el grupo Radiodifusión Red en 1995.
Es también emblemático porque como afirma Luis Pablo Beauregard, de El País (21 noviembre), Francisco Aguirre será quien tratará de impedir que las dos cadenas de televisión queden en manos de una familia (los Vázquez Raña) y, yo agrego, para recuperar el proyecto de televisión que desarrolló la familia Aguirre entre 1968 y 1972, con el Canal 13, y que le fue arrebatado por el gobierno de Luis Echeverría, a través de Sociedad Mexicana de Crédito Industrial (Somex).
La venta, por presiones y deudas, del canal 13 es un viejo agravio que pesa en Francisco Aguirre Gómez, entonces joven emprendedor, quien con la guía de su padre, Francisco Aguirre Jiménez, logró sacar al aire la señal para competir en un mercado que ya desde entonces era desigual: Telesistema Mexicano, de Emilio Azcárraga, que operaba los canales 2 y 5, y Canal 8, de Televisión Independiente de México, del poderoso Grupo Alfa, de Eugenio Garza Sada. El mismo año de la venta del Canal 13, se crea Televisa y la televisión comercial se convierte en un monopolio, que se rompió dos décadas después con la privatización de Televisión Azteca (antes Imevisión) en 1993.
Más de 40 años después, muy probablemente con el apoyo financiero de otras empresas, Aguirre Gómez tratará ahora de romper un duopolio en la televisión. En una entrevista concedida el viernes pasado a Jacobo Zabludovsky, Aguirre Gómez se sentía confiado de ganar la licitación. Dijo que cuenta con los recursos y con un buen proyecto de programación, que –dejó entrever- podría armarse con parte del talento que ya trabaja en sus estaciones de radio.
De esta manera, Mariano Osorio, Héctor Martínez Serrano, Toño Esquina, Lupita Juárez, William Hiarmes, Ramón Pieza y más personalidades de la radio podrían incorporarse a la nueva televisora. Periodistas como Sergio Sarmiento o Alberto Aguilar, que han podido trabajar paralelamente en Televisión Azteca y Grupo Radio Centro, quizás no tengan la misma oportunidad si Aguirre entra a la televisión. En cambio, vueltas que de la vida, Jacobo Zabludovsky, actor fundamental de la consolidación de Televisa y de sus implicaciones –de sobra conocidas- en el periodismo televisivo, podría regresar a la televisión abierta.
La posibilidad de que la familia Aguirre reingrese a la televisión me genera un doble sentimiento. Por una parte, me da gusto porque de los tres participantes en la licitación es la que a mi parecer podría aportar una mayor pluralidad de contenidos, pero por la otra, pesan históricamente las expulsiones de sus frecuencias del periodista José Gutiérrez Vivó, en 2004, y de otros especialistas, como Bernardo Barranco, en 2013, derivadas de un conjunto de intereses políticos, económicos y hasta ideológicos, que nos llevarían a considerar la apertura en la televisión como un espejismo.
MEDIOS PÚBLICOS, A LA BAJA
Pese a que la reforma constitucional buscaba entre sus objetivos el fortalecimiento de los medios públicos, nuevamente la realidad se impone. En el presupuesto 2015 aprobado por los diputados hubo una disminución de recursos asignados a algunos de estos medios. El IMER, de 191.2 millones de pesos (mdp) en 2014, pasará a 182.7 mdp en 2015. Por su parte, Radio Educación, de 92.3 mdp ejercidos este año, tendrá 85.2 en 2015. Canal 11 y Canal 22 no tuvieron cambios: el primero tuvo y tendrá un presupuesto anual de 612 mdp y el segundo de 201 mdp. Al nuevo Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano se le destinará prácticamente el mismo presupuesto que tenía el órgano que le antecedió (el OPMA): 161 mdp, pero se le asignó una partida adicional de 240.5 mdp para ampliar su cobertura.
Categorías:Columna en El Universal
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