Por Gabriel Sosa Plata
Comentario para el noticiario Pulso de la Mañana de Radio Educación, 27 de marzo 2015
La semana pasada, el 17 de marzo, en Washington, se llevó a cabo el 154º Período de Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el que se abordó un tema fundamental: “El impacto de la concentración de medios en la libertad de expresión y la democracia”. Vaya tema tan importante ante casos como el que vivimos hace unos días en MVS, aunque poco mencionado en los medios.
En la sesión se dijo que no obstante la aprobación de diversas reformas antimonopólicas en la región, América Latina presenta uno de los índices de concentración de propiedad de medios más altos del planeta.
El Dr. Guillermo Mastrini, de la Universidad de Buenos Aires, presentó cifras. A nivel regional, al tomar los ingresos de los cuatro principales grupos mediáticos por industria, se advierte que en el sector de la prensa escrita el nivel de concentración oscila entre el 40% y 80% dependiendo del país, en tanto en el sector televisivo, entre los 4 principales grupos superan el 80% de los ingresos. A este panorama, dijo, hay que agregar la irrupción de las empresas telefónicas, que en un escenario de convergencia comienza a tomar posiciones dominantes en el sector de medios y contenidos audiovisuales, especialmente en el de la televisión por cable, además de su fuerte presencia concentrada como proveedores de acceso a internet (Véase: http://observacom.org/expertos-alertaron-a-la-cidh-sobre-los-efectos-de-la-concentracion-mediatica-para-la-democracia-en-america-latina/#post_content).
La situación sobre México, igualmente grave, fue presentada por Aleida Calleja, expresidenta de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI).
La concentración mediática daña al pluralismo, a la diversidad y a la cultura, como lo ha dicho la propia UNESCO. También ha sido adversa a la democracia. Los grandes medios, como refiere el doctor Jorge Zicolillo (La era de las corporaciones, México, L.D. Books, 2014), quien es otro reconocido académico argentino, han sido siempre los socios mayores de las dictaduras militares más sanguinarias y han obtenido beneficios escandalosos a cambio de encubrir crímenes, torturas y desapariciones. También históricamente se han ligado con el poder económico.
Bajo tal circunstancia, la información se convierte en mercancía, al tiempo que el periodismo, la libertad de expresión y el derecho a la información retroceden.
Este es un factor por lo que los medios se alejan cada vez más de la sociedad y la sociedad de los medios.
Para el periodista español Ignacio Ramonet (Denis de Moraes, Ignacio Ramonet y Pascual Serrano, Medios, poder y contrapoder, Argentina, Ed. Biblos, 2013) hay cada vez menos medios independientes, del poder político, pero sobre todo del poder económico.
En consecuencia, este poder, el de los medios, el llamado cuarto poder, no está cumpliendo su misión de contrapoder y, además, es el único poder, en el seno de la democracia, que no admite ningún tipo de crítica ni contrapoder. Por eso los medios, con su actual estructura, se están convirtiendo en un problema para la democracia y la calidad de la información. Y no es, como dice el mismo Ramonet, sólo un problema de libertad de expresión, sino de autocensura, de diversidad y pluralidad de contenidos, de autocrítica y autorregulación, de credibilidad para la prensa y los medios.
Lo que ocurrió hace algunos días con el caso Carmen Aristegui es una muestra de lo dicho. Los medios independientes son cada vez menos. De ahí la dificultad para que Carmen Aristegui y periodistas como Daniel Lizárraga e Irving Huerta puedan desarrollar su labor en otros grupos radiofónicos comerciales o, claro, en la televisión abierta.
Pero no todos lo entienden así. Hay quienes consideran que desarrollar una actividad periodística en un medio de comunicación implica seguir las reglas editoriales del propietario, lo que ética y contractualmente era contrario a lo que pensaba y hacía Carmen Aristegui en MVS.
El periodista y académico colombiano Javier Darío Restrepo (Vida Nueva, marzo 2015) escribió esta semana que “un periodista, antes que a los gobiernos, o a los partidos, o a las empresas, debe su lealtad al ciudadano común que recibe su información. La información periodística no se les debe a los poderosos, sino a ese primer constituyente que es el ciudadano común. Cuando ese ciudadano está bien informado la democracia es fuerte y funciona; pero cuando la información se vuelve propaganda, desaparece la democracia y emerge el dictador, aunque se hable de democracia y se coreen sus himnos”.
Pero para lograr que los periodistas hagan periodismo y los empresarios mediáticos negocios, se requiere acabar con la concentración, fortalecer la autorregulación y otras acciones.
Por ello, las organizaciones de la sociedad civil que participaron en la audiencia en Washington presentaron un petitorio ante la CIDH y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión para “a) que se aborde la cuestión de la diversidad y el pluralismo de medios, incluyendo especialmente la concentración mediática, como un tema prioritario en la agenda regional de libertad de expresión para éste y los próximos años; b) que se realicen estudios sobre la compatibilidad de las legislaciones y políticas públicas actuales en materia de límites a la concentración y la Convención Americana; c) que se formulen recomendaciones sobre cómo proceder a desconcentrar el sistema de medios en nuestros países y garantizar un sistema de medios diverso y plural, y d) que la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión ofrezca asesoría técnica y acompañamiento a los Estados que quieren abordar estas regulaciones para hacerlas compatibles con los estándares interamericanos”. (Fuente: Informe Observacom ante CIDH, 2015).
Ojalá sean atendidas estas peticiones. Yo creo que sí. El Relator de libertad de expresión de la CIDH, Edison Lanza, uruguayo, se ha distinguido por su obra en temas de la concentración mediática y libertad de expresión.
Concluyo diciendo que lograr la desconcentración de medios en la región y en México es una tarea titánica, pero mucho más la imperiosa necesidad de separar, como decía, el periodismo de los intereses políticos y económicos de los empresarios de los medios.
El petitorio fue consensuado entre Observacom, Artículo 19-Brasil, la AMEDI, el Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CAINFO), el Colegio de Periodistas de Chile, el Instituto Centroamericano de Estudios para la Democracia Social (DEMOS), la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), e Intervozes-Coletivo Brasil de Comunicação Social.
Aquí puede bajarse el informe presentado por Observacom: http://observacom.org/informe-audiencia-cidh-concentracion-final/
Categorías:Radio Educación
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